Olodumare,
creador del todo y de la nada se encontraba reunido con sus fieles servidores
los orishas, juntos trataban de encontrarle solución a un problema que se venía
presentando desde hace 3 años con la especie humana. Oya, orisha de la muerte
se quejaba porque no tenía más espacio para tantos humanos y estaba cansado de
que los sacerdotes lo invocaran para quitarles la vida. Yemayá, encomendada con
la maternidad, culpaba a Obatalá quien era el encargado de brindar claridad a
las angustias y problemas pues no estaba cumpliendo con su trabajo, por estar
durmiendo y no querer bajar a escuchar a los sacerdotes le negaba la ayuda a
los padrinos y a los ahijados, permitiendo que los humanos se confundieran y pensaran
que la única manera de conseguir sus metas era acabando con lo que se cruzara en
su camino.
Mientras
todos discutían, Olodumare, con sus ojos asentados en el hermoso cielo
anaranjado que lo rodeaba, escuchaba en silencio. Trataba de encontrar que era
lo que le hacia falta a los humanos para vivir en armonía, de repente vieron como
el mas pequeño de todos los Orishas se acercaba a Olodumare, luciendo su larga
bata azul junto con un collar que se podía ver mas grande y pesado que su
propio cuerpo; Su nombre: Ibeyis, quien se encarga del bienestar de los niños.
Todos veían con curiosidad y trataban de escuchar lo que este le decía a
Olodumare, se miraban los unos a los otros sorprendidos ya que él nunca había
intervenido en los problemas que afectaban a la especie humana.
Ibeyis
le contó al creador lo que los niños pedían todas las noches, querían que sus
padres no pelearan, que sus vecinos no discutieran, ya no querían escuchar de
guerras. Había una niña que todas las noches le oraba a él para que hablara
ante el creador, quería que ese “algo” que le hacia falta a la especie humana
para vivir pacíficamente fuera puesto por el. Siempre pedía lo mismo.
Ese
día, después de la reunión, Babalu Aye bajó a la tierra para visitar la casa de
la pequeña. Cuando llegó se quedó un largo rato junto a la cama observándola
mientras dormía. Finalmente se decidió a cumplir con su misión, se puso de pie
rápidamente, se acercó a la niña, aparto sus hermosos cabellos dorados y besó
su frente. Mientras esto pasaba la pequeña sintió como una fuerte corriente de
calor recorría todo su cuerpo y se quedaba en su garganta, era como si algo la
estuviera sofocando, inmediatamente trató de llamar a sus padres para que la
fueran a socorrer pero no salía sonido alguno, de sus ojos brotaban grandes
lagrimas mientras veía una luz de color rojo a su lado. Su cuerpo se encontraba
inmóvil y cuando al fin dejo de ver aquella luz, pudo llamar a su madre.
A
partir de aquel día comenzó a sufrir diferentes enfermedades, le salieron
ampollas por todo su cuerpo, su temperatura aumentaba y el color de sus ojos ya
no era visible por el rojo que los rodeaba. Los padres de la joven le pedían a
Yemaya, que le protegiera a su hija. Ya habían pasado dos meses sin que los
doctores pudieran hacer algo para solucionar el estado de salud de su pequeña;
al ver esto, no les quedo más remedio a los padres que pedirle a Shango la
fuerza necesaria para superar esa situación.
Todos
los Orishas veían con tristeza el sufrimiento de la familia. Muchas veces le
pidieron a Olodumare que les permitieran llevarle sanidad, la defendían
argumentando que no había en la tierra otro ser humano que igualara la pureza
de aquella niña y por ello no se merecía tanto sufrimiento.
Después
de cuatro meses Olodumare le pidió a Oya que bajara y trajera consigo a la
pequeña; a Orula, orisha de la sabiduría la envió con Maye, el sacerdote de la
pareja para que le explicara los planes que habían para su hija, de esa manera él
pensaba que podría aliviarles un poco el dolor.
Cuando
Oya subió con la pequeña a la casa del creador, todos vestían de blanco, la
niña entro en silencio, tratando de entender lo que estaba pasando. Cuando la
pequeña vió a Ibeyis, sus ojos comenzaron a sollozar, corrió a sus brazos y lo
abrazo fuertemente. Él se encargó de explicarle todo lo que estaba sucediendo,
la llevó a conocer lo que iba a ser su nueva casa y cuando regresaron se
encontraron con una mesa llena de agasajos
Olodumare
apareció y le pidió a la pequeña que tomara asiento junto a él, ordenó que
abrieran la puerta que se encontraba en frente. La niña se quedo mirando
fijamente aquella puerta que apareció de la nada, esta era de color dorado con
hermosas figuras talladas a su alrededor, tan alta que la pequeña no podía ver
el fin de esa puerta. Cuando la abrieron, empezaron a salir todos los animales
que existen en la tierra "Escoge el que mas te guste pequeña", dijo Olodumare,
después de pensarlo por un rato, la pequeña escogió al pavo "este es mi animal
favorito, no solo por su rico sabor, sino por la hermosura de su plumaje",
Olodumare le indicó a la niña que escogiera un color "amarillo ¡como el sol!"
respondió la niña
En
ese momento Orula se puso de pie y dijo "Así pues, serás conocida entre los
humanos y entre nosotros como Oshun, orisha de la belleza y el amor, todo aquel
que necesite de tu bondad deberá sacrificar un pavo real, bañar en su sangre y
comer de él, deberá usar un collar de color amarillo y tus vestidos serán del mismo color"
Para
ese momento ya los padres de la niña y todos aquellos que forman parte de los
sSnteros o como ellos prefieren llamarse Lukumi, ya conocían que se iniciaba
una nueva orisha y muy pronto conocerían el grandioso sentimiento que ella
venia a enseñarles.